Reflexión:
"Llamados A Ser Luz En El Mundo"
Vosotros sois la luz del mundo: una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, mas sobre el candelero, y alumbra todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
[Mateo 5:14-16]
No os juntéis en yugo con los infieles: porque ¿qué compañía tienes la justicia con la injusticia? ¿y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿o qué parte el fiel con el infiel? ¿Y qué concierto el templo de Dios con los ídolos? porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré a vosotros Padre, Y vosotros me seréis a mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.
[2 Corintios 6:14-18]
Introducción
En el vasto lienzo de la historia humana, las sombras de la incertidumbre y la desesperación a menudo han arrojado un manto denso sobre la humanidad. La humanidad se ha enfrentado a desafíos insondables, desde conflictos destructivos hasta crisis existenciales. En estos momentos, la necesidad de luz se convierte en una aspiración universal. Buscamos desesperadamente un rayo de esperanza que disipe las tinieblas y guíe nuestros pasos en la dirección correcta.
En medio de este escenario, la Biblia emerge como un faro eterno, lanzando destellos de verdad y sabiduría en medio de la oscuridad. Y en su relato, encontramos un llamado que resuena a través de las eras: el llamado a ser luz en el mundo. Este no es un llamado banal ni insignificante, sino un imperativo divino que se convierte en el eje de la fe cristiana. ¿Qué significa en realidad ser luz en un mundo que a menudo parece hundirse en tinieblas? ¿Cómo podemos abrazar y encarnar este llamado en nuestras vidas cotidianas?
Este llamado va más allá de la mera retórica; es una invitación profunda a transformar la realidad que nos rodea. En el transcurso de esta reflexión, exploraremos las respuestas a estas cuestiones vitales y aprenderemos cómo podemos irradiar la luz de la esperanza, la verdad y el amor en un mundo que anhela desesperadamente estos valores. Descubriremos que el llamado a ser luz en el mundo no es solo una responsabilidad, sino también un privilegio y una bendición que puede marcar la diferencia en la vida de los demás y en la nuestra propia. A medida que nos sumerjamos en esta exploración, comprenderemos que la luz no solo disipa la oscuridad, sino que también revela la belleza oculta y guía nuestros pasos hacia un futuro iluminado.
La Luz en la Creación
Comenzamos nuestra exploración en el libro de Génesis, donde se relata la creación del mundo. En Génesis 1:3, leemos: "Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz". En este pasaje, la luz es la primera creación de Dios. La luz es símbolo de orden, claridad y revelación. Dios creó la luz para separar la oscuridad y traer vida al mundo. De manera similar, como creyentes, somos llamados a traer claridad y revelación a un mundo que a menudo está envuelto en la oscuridad del pecado y la ignorancia.
Jesús, la Luz del Mundo
El Nuevo Testamento presenta a Jesús como la personificación de la luz. En Juan 8:12, Jesús dice: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida". Jesús vino a este mundo para iluminar el camino hacia la salvación y la verdad. Su vida y enseñanzas irradiaban la luz divina que revelaba el camino hacia Dios. Como sus seguidores, tenemos la responsabilidad de reflejar esa luz en nuestras vidas.
Llamados a Ser la Luz
En el Sermón del Monte, Jesús les habló a sus discípulos sobre su llamado a ser la luz del mundo. En Mateo 5:14-16, Jesús les dice: "Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder... Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos". Jesús nos insta a ser visibles y a hacer el bien para que otros puedan ver nuestra luz y glorificar a Dios.
Vencer la Oscuridad
La Biblia también nos advierte sobre las tinieblas espirituales que enfrentamos. En Efesios 6:12, leemos: "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires". La oscuridad espiritual es una realidad, pero somos llamados a luchar contra ella con la luz de la verdad y la fe.
Cómo Ser Luz en el Mundo
Entonces, ¿cómo podemos ser luz en el mundo en medio de la oscuridad? Aquí hay algunas formas en que podemos vivir este llamado:
Viviendo vidas santas: La santidad es a menudo descrita como vestirse de luz en la Biblia. La santidad es un concepto fundamental en la vida cristiana. Como se menciona en las Escrituras (1 Pedro 1:16), debemos ser santos en todas nuestras formas de vida, porque Dios es santo. Esto significa que debemos esforzarnos por vivir de acuerdo con los principios y valores que Dios ha revelado en su Palabra. La santidad implica evitar el pecado deliberado y buscar la pureza en nuestros pensamientos, palabras y acciones. Cuando vivimos vidas santas, reflejamos la luz de la santidad de Dios en un mundo que a menudo se aleja de la pureza y la rectitud. Debemos esforzarnos por vivir vidas que reflejen la santidad de Dios.
Compartiendo el evangelio: Debemos compartir el mensaje de salvación a través de Jesucristo con amor y compasión, iluminando así el camino hacia la vida eterna. Compartir el evangelio es fundamental para ser luz en el mundo. Jesús nos encargó la Gran Comisión en Mateo 28:19-20, donde nos insta a hacer discípulos de todas las naciones. Esto implica compartir la buena noticia de la salvación a través de Jesucristo. Al hablar de nuestro testimonio de fe y explicar el mensaje de la gracia de Dios, ayudamos a iluminar el camino hacia la reconciliación con Dios. Esta es una de las formas más poderosas de ser luz en un mundo perdido.
Haciendo buenas obras: Como Jesús enseñó, nuestras buenas obras deben ser evidentes para todos. Ayudar a los necesitados y ser generosos son formas efectivas de ser luz en el mundo. Las buenas obras son un testimonio visible de nuestro compromiso con Cristo. En Gálatas 6:10, se nos insta a hacer el bien a todos, especialmente a los de la familia de la fe. Al ayudar a los necesitados, mostrar compasión y ser generosos, reflejamos el amor de Dios hacia los demás. Las buenas obras pueden incluir voluntariado, donaciones caritativas y actos cotidianos de bondad. Cuando otros ven nuestras acciones, pueden experimentar el amor de Dios a través de nosotros y ser atraídos hacia la luz de Cristo.
Oración constante: La oración es una forma poderosa de conectarnos con Dios y recibir su guía para ser luz en nuestro entorno. En 1 Tesalonicenses 5:17, se nos dice que oremos sin cesar. La oración nos conecta directamente con Dios y nos permite buscar su guía, sabiduría y dirección en todas las circunstancias. A través de la oración, podemos interceder por los necesitados, buscar el plan de Dios para nuestras vidas y pedir por la salvación de aquellos que aún no conocen a Cristo. La oración constante nos llena del Espíritu Santo y nos capacita para ser luz en un mundo necesitado de la gracia divina.
Viviendo con integridad: Mantener una vida íntegra y ética en todas nuestras interacciones es fundamental para reflejar la luz de Cristo. La integridad es un componente esencial de ser luz en el mundo. Esto implica vivir de manera coherente con lo que creemos como cristianos. La integridad se manifiesta en nuestra honestidad, en cumplir nuestras promesas y en ser justos en nuestras relaciones. Cuando vivimos con integridad, construimos confianza en nuestras interacciones con los demás, y esta confianza puede abrir puertas para compartir el evangelio y ser un testigo efectivo de la gracia de Dios. Nuestra vida debe reflejar la luz de Cristo tanto en público como en privado.
Conclusión
En nuestro viaje a través de la reflexión sobre el llamado a ser luz en el mundo, hemos explorado las profundidades de este imperativo divino que trasciende el tiempo y el espacio. Hemos desentrañado las enseñanzas bíblicas que nos instan a ser faros de esperanza, verdad y amor en un mundo sumido en la oscuridad. Y en este proceso, hemos descubierto que ser luz no es simplemente una tarea, sino una identidad que abraza todos los aspectos de nuestras vidas.
Recordemos que la Biblia, desde su inicio en Génesis hasta su culminación en el libro de Apocalipsis, nos presenta un relato de luz y oscuridad. Desde el momento en que Dios dijo: "Sea la luz", hasta la declaración de Jesús de ser "la luz del mundo", la metáfora de la luz ha sido una constante en la revelación divina. Nos recuerda que Dios es el Creador de la luz, la fuente de toda verdad y el faro en nuestras vidas.
Jesús, como la encarnación de la luz, nos llamó a seguir su ejemplo. Nos instó a no esconder nuestra luz bajo un cesto, sino a ponerla en un lugar alto, para que ilumine a todos en la casa. Al hacerlo, no solo glorificamos a Dios, sino que también cumplimos nuestra misión de influir positivamente en nuestro entorno.
Hemos visto que ser luz en el mundo implica vivir vidas santas, compartir el evangelio con amor y humildad, hacer buenas obras que reflejen la gracia de Dios, buscar la dirección divina a través de la oración constante y mantener la integridad en todas nuestras acciones. Estos principios se entrelazan en un tejido espiritual que da forma a nuestra identidad como cristianos y nos capacita para ser agentes de cambio en un mundo necesitado.
Entonces, al concluir esta reflexión, recordemos que el llamado a ser luz en el mundo no es un peso abrumador, sino una oportunidad emocionante. Es una invitación a participar en la obra de Dios de redimir y restaurar la creación. Al ser luz, no solo disipamos las tinieblas, sino que también revelamos la belleza oculta en los demás y en nosotros mismos.
Así que, en la oscuridad de la incertidumbre, en medio de las sombras de la desesperación, recordemos nuestro llamado divino a brillar. Que nuestras vidas sean testimonios vivos de la luz de Cristo que nos guía, nos transforma y nos envía como luces centelleantes en un mundo que anhela desesperadamente encontrar su camino hacia la verdad y la esperanza. Que, al hacerlo, glorifiquemos a nuestro Padre celestial y sirvamos como embajadores de su amor y gracia en la tierra.
Preparado por: Evg. Francisco Velázquez CruzPuerto RicoSeptiembre 2023