Reflexión:
"El Llamado A La Santidad: Vivir en el Mundo, pero no ser del Mundo"
Introducción
La búsqueda de la santidad es un tema fundamental en la Biblia y en la vida de todo creyente. La Biblia nos llama a vivir en el mundo pero no ser del mundo, lo que implica un llamado a la santidad, que es separación del pecado y sus atributos. En este escrito, exploraremos esta importante enseñanza bíblica y reflexionaremos sobre su significado y aplicación en la vida cristiana. La idea de la santidad es central en la fe cristiana. La Biblia nos insta a ser santos como Dios es santo (Levítico 11:44-45, 19:2, 20:7, 20:26, 21:8 Deuteronomio 23:14, 1 Pedro 1: 15-16), lo que significa que debemos buscar una vida de pureza y separación del pecado. Sin embargo, vivir en un mundo que a menudo se opone a los valores y principios cristianos puede ser un desafío. ¿Cómo podemos mantenernos santos en un mundo que a menudo parece estar alejado de Dios? La respuesta se encuentra en la enseñanza de Jesús y los apóstoles sobre vivir en el mundo pero no ser del mundo.
Vivir en el mundo
Para entender el llamado a la santidad y cómo vivir en el mundo, primero debemos reconocer que Dios nos ha colocado en este mundo por una razón. En el libro de Génesis, vemos que Dios creó el mundo y lo declaró bueno. Cuando Dios creó al ser humano, lo hizo a su imagen y semejanza y le dio la responsabilidad de gobernar sobre la creación (Génesis 1:26-28). Esto significa que Dios tiene un propósito para nosotros en este mundo, y parte de ese propósito es vivir en él. Vivir en el mundo implica interactuar con las personas, las culturas y las circunstancias que nos rodean. Significa trabajar, estudiar, relacionarnos con otros, y experimentar las alegrías y las dificultades de la vida en la tierra. La vida en el mundo es una parte importante de nuestra existencia, y Dios desea que seamos luz en medio de la oscuridad (Mateo 5:14) y sal en medio de la corrupción (Mateo 5:13).
No ser del mundo
Si bien Dios nos llama a vivir en el mundo, también nos llama a no ser del mundo. Esto significa que debemos mantener una distancia espiritual y moral de los valores y prácticas que están en oposición a la voluntad de Dios. La Biblia advierte sobre conformarse a este mundo (Romanos 12:2) y nos insta a no amar al mundo ni a las cosas que hay en el mundo (1 Juan 2:15). Entonces, ¿cómo podemos vivir en el mundo sin ser del mundo?
Renovación de la mente: La renovación de la mente es un paso esencial para no conformarnos al mundo. En Romanos 12:2, el apóstol Pablo nos dice: "No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento". La renovación de la mente implica llenar nuestra mente con la verdad de la Palabra de Dios y permitir que esa verdad influya en nuestras creencias, valores y decisiones. Cuando renovamos nuestra mente según la Palabra de Dios, comenzamos a ver el mundo y las circunstancias desde la perspectiva de Dios. Esto nos ayuda a discernir lo que es bueno y agradable a los ojos de Dios, y nos capacita para tomar decisiones que estén en línea con su voluntad.
Amar a Dios sobre todas las cosas: Jesús nos enseñó que el mandamiento más importante es amar a Dios sobre todas las cosas (Mateo 22:37-38). Cuando amamos a Dios con todo nuestro corazón, alma y mente, nuestras prioridades cambian. Nuestro amor y devoción a Dios nos llevan a buscar su voluntad en todas las áreas de nuestra vida y a rechazar cualquier cosa que se interponga en nuestro amor por él. Amar a Dios sobre todas las cosas nos ayuda a no ser del mundo, ya que nuestra lealtad y afecto primarios están dirigidos hacia Dios y no hacia las cosas temporales y corruptibles del mundo. Este amor a Dios nos impulsa a buscar su gloria en todo lo que hacemos.
Comunión con otros creyentes: La comunión con otros creyentes desempeña un papel crucial en nuestra capacidad para vivir en el mundo pero no ser del mundo. La iglesia es un lugar donde encontramos apoyo espiritual, aliento y rendición de cuentas. Cuando nos relacionamos con otros cristianos, compartimos nuestras luchas y victorias, y nos animamos mutuamente a seguir a Cristo en medio de un mundo que a menudo nos tienta a alejarnos de él. La comunión con otros creyentes nos ayuda a fortalecernos en nuestra fe y a mantenernos firmes en nuestros valores cristianos. También nos recordamos unos a otros la importancia de vivir de manera santificada y de no conformarnos al mundo.
Obediencia a la Palabra de Dios: La obediencia a la Palabra de Dios es esencial para no ser del mundo. Jesús dijo: "Si me amáis, guardad mis mandamientos" (Juan 14:15). Cuando obedecemos la Palabra de Dios, estamos siguiendo sus enseñanzas y viviendo de acuerdo con sus principios morales y espirituales. La obediencia a la Palabra de Dios a menudo nos llevará a tomar decisiones que van en contra de las normas y valores del mundo. Puede significar renunciar a ciertos placeres temporales, rechazar prácticas pecaminosas o tomar un camino menos popular. Pero la obediencia a Dios es fundamental para vivir una vida de santidad en medio de un mundo caído.
Ejemplos bíblicos de santos que vivieron en el mundo pero no fueron del mundo
La Biblia está llena de ejemplos de personas que vivieron en el mundo pero no fueron del mundo. Estos hombres y mujeres de fe se destacaron por su compromiso con Dios y su fidelidad a sus principios, incluso cuando enfrentaron la oposición y la persecución.
José en Egipto: Uno de los ejemplos más destacados de vivir en el mundo pero no ser del mundo es la historia de José en el Antiguo Testamento. José fue vendido como esclavo en Egipto, donde enfrentó la tentación y la injusticia. A pesar de las dificultades, José mantuvo su integridad y su fidelidad a Dios. Cuando fue tentado por la esposa de su amo, José se negó a ceder al pecado y dijo: "¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?" (Génesis 39:9). José reconoció que su lealtad primaria era hacia Dios, y esto lo llevó a resistir la tentación y vivir una vida de santidad.
Daniel en Babilonia: Otro ejemplo notable es el de Daniel y sus amigos en Babilonia. A pesar de estar en un entorno pagano y hostil, Daniel, Ananías, Misael y Azarías se mantuvieron fieles a Dios. Se negaron a comer la comida del rey que iba en contra de las leyes dietéticas judías y se mantuvieron firmes en su adoración a Dios, incluso cuando esto los llevó a enfrentar la amenaza de ser arrojados al horno de fuego ardiente. La valentía y la fidelidad de Daniel y sus amigos en medio de la adversidad son un poderoso testimonio de cómo es posible vivir en el mundo pero no ser del mundo cuando nuestra confianza está en Dios.
Jesús y sus discípulos: Por supuesto, el ejemplo supremo de vivir en el mundo pero no ser del mundo es Jesús mismo. A pesar de vivir en un mundo caído, Jesús mantuvo una relación perfecta con Dios y vivió una vida de santidad absoluta. Su enseñanza y su ejemplo inspiraron a sus discípulos a seguirlo en la misma senda. Jesús dijo a sus discípulos: "En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo" (Juan 16:33). Aunque enfrentaron la persecución y la hostilidad del mundo, los discípulos de Jesús se mantuvieron firmes en su fe y llevaron el mensaje del evangelio a todas las naciones.
Desafíos de vivir en el mundo pero no ser del mundo
Si bien la llamada a vivir en el mundo pero no ser del mundo es clara en la Biblia, enfrentamos varios desafíos en la vida cotidiana que pueden dificultar nuestra obediencia a esta enseñanza.
La presión de la cultura: Vivimos en una cultura que a menudo promueve valores y prácticas que van en contra de la moral cristiana. La presión para conformarse a la mentalidad secular puede ser abrumadora. Los medios de comunicación, las redes sociales y la influencia de la sociedad pueden ejercer una fuerte presión para aceptar comportamientos y actitudes que son contrarios a la voluntad de Dios. Para resistir esta presión, debemos estar firmemente arraigados en la Palabra de Dios y mantener nuestros ojos en Cristo. Necesitamos recordar constantemente que nuestra identidad y lealtad no se basan en la aprobación del mundo, sino en nuestro amor y obediencia a Dios.
La tentación del pecado: La tentación es una realidad constante en la vida cristiana. El mundo ofrece placeres temporales que pueden parecer atractivos, pero que a menudo conducen al pecado y la degradación espiritual. La Biblia nos advierte sobre las tentaciones de la carne, el mundo y el diablo (1 Juan 2:16). Para resistir la tentación, necesitamos fortalecernos en nuestra relación con Dios a través de la oración y la comunión con él. También es importante rodearnos de compañeros de fe que nos apoyen y nos animen en momentos de debilidad.
La persecución y la hostilidad: Vivir en el mundo pero no ser del mundo puede llevarnos a enfrentar la persecución y la hostilidad por parte de aquellos que se oponen a nuestra fe. Jesús advirtió a sus discípulos que serían odiados por su causa (Mateo 10:22). A lo largo de la historia, muchos cristianos han sufrido persecución por su fidelidad a Cristo. En momentos de persecución, debemos recordar las palabras de Jesús: "Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos" (Mateo 5:11-12). Nuestra recompensa está en el cielo, y debemos estar dispuestos a sufrir por el nombre de Cristo.
Aplicación práctica
Entonces, ¿cómo podemos aplicar el llamado a la santidad y vivir en el mundo pero no ser del mundo en nuestra vida cotidiana? Aquí hay algunas pautas prácticas:
Sumérgete en la Palabra de Dios: La Palabra de Dios es nuestra guía y fuente de verdad. Dedica tiempo cada día para leer, estudiar y meditar en la Biblia. La Palabra de Dios te dará dirección y fortaleza para vivir una vida de santidad en medio del mundo.
Cultiva una vida de oración: La oración es una forma poderosa de mantener una relación cercana con Dios. Dedica tiempo regularmente para hablar con Dios, compartir tus preocupaciones y buscar su dirección en todas las áreas de tu vida.
Busca la comunión con otros creyentes: La iglesia es un lugar donde puedes encontrar apoyo espiritual y comunidad. Participa en una iglesia local y busca la comunión con otros creyentes que compartan tu compromiso con la santidad.
Haz elecciones conscientes: En cada decisión que tomes, pregúntate a ti mismo si esta elección te acerca o te aleja de Dios. Busca la dirección del Espíritu Santo y el consejo de creyentes maduros cuando enfrentes decisiones importantes.
Sé una luz en la oscuridad: Busca oportunidades para ser una influencia positiva en tu entorno. Vive de manera que otros puedan ver el amor y la gracia de Dios en ti y sean atraídos hacia Cristo.
Prepara tu mente para la batalla: Reconoce que enfrentarás desafíos y tentaciones en tu vida cristiana. Prepárate mental y espiritualmente para resistir el pecado y permanecer fiel a Dios.
Conclusión
El llamado a la santidad y a vivir en el mundo pero no ser del mundo es un tema fundamental en la Biblia y en la vida del creyente. Aunque enfrentamos desafíos y presiones en nuestro entorno secular, la Palabra de Dios y el poder del Espíritu Santo nos capacitan para mantenernos firmes en nuestra fe y vivir una vida de santidad. Recordemos las palabras de Jesús: "En el mundo tendremos aflicción, pero confiemos en que él ha vencido al mundo" (Juan 16:33). Con la ayuda de Dios y la comunidad de creyentes, podemos vivir en el mundo pero no ser del mundo, y así glorificar a Dios en todo lo que hacemos. Que nuestra vida sea un testimonio vivo de la gracia y el poder de Dios para transformar y santificar nuestras vidas en medio de un mundo caído.
Preparado por: Evg. Francisco Velázquez CruzPuerto RicoSeptiembre 2023